Con esta variación sobre uno de los poemas más conocidos de Pablo Neruda (y a raíz de haber sido dicha composición objeto de controversia en el artículo ya citado) planteamos la siguiente reflexión: personalidades victimarias y víctimas se perfilan y desdibujan a ambos lados de unos barrotes que a menudo empiezan siendo invisibles, y por tanto, imperceptibles, ya que se conforman por las propias palabras, o la ausencia de las mismas. Hay palabras que agreden. Y hay silencios impuestos que aniquilan.
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