En esta propuesta encontramos una reflexión complementaria a la del collage anterior: no pertenecemos a nadie, del mismo modo que nadie nos pertenece. Las relaciones de pareja, (y también las familiares, de amistad…), han de estar fundamentadas sobre principios como la libertad, la empatía y el respeto mutuo, especialmente cuando en ellas participan componentes más allá de la propia pareja, como pueden ser los vástagos u otros miembros familiares.
Nos inspiramos en la estructura formal de una de las esculturas más célebres del desaparecido autor gaditano Luís Quintero, obra que, en otro contexto, constituye una hermosa alegoría sobre ideales fundamentales como el compromiso y también la libertad, para llevar la reflexión al plano de las relaciones afectivo-emocionales.
Educar en igualdad es educar emocionalmente, también (o fundamentalmente). A las mujeres se nos ha educado desde siempre en la creencia de que no estábamos completas si no estábamos con alguien, si no éramos de alguien, si no encontrábamos a nuestra media naranja. Hay que deconstruir esos conceptos (en mujeres y hombres, que ellos llevan su carga mental correspondiente: los hombres no lloran, los hombres son fueres, son el centro del universo...). Solo así seremos libres y el concepto de pertenencia estará superado.
ResponderEliminarGracias por esta reflexión.